jueves, septiembre 28, 2006

Delirio No. 2


A continuación amaneció. Miró a su alrededor con los ojos demacrados por el tintinear de los minutos que no cesaban de avanzar.

A continuación fue paciente. Lo suficiente como para pensar en lo feliz que había sido cuando se graduó, cuando la conoció, cuando nació su niño, cuando finiquitó aquel negociazo, cuando la Torre de Eiffel lo deslumbró …cuánta felicidad!!

A continuación se marchito. En estas circunstancias, bajo los efectos de la quimioterapia, de los quejidos de su alrededor, de las compañías extremas que tenía a su lado, de las horas contadas … qué podría traerle felicidad???

A continuación suspiró. En el rincón oscuro de la sala de cuidados paliativos donde estaba confinado se le ocurrió pensar en un milagro mientras envidiaba la dicha del desdichado aquel a quien le habían otorgado el privilegio de estar junto a la ventana. La remota posibilidad de que el mal desapareciera sin más ni más, así como llegó, sin avisos. Eso era lo único que lo haría feliz, una felicidad más grande de todas las vividas…que otra cosa podría ser???

A continuación anocheció. Cuando llegó a la sala, desde su camilla de ruedas se percató de que el desdichado aquel ya no estaba. El enfermero lo dirigió hacia la cama que ocupaba aquel y lo dejó allí con cuidado y en silencio. De repente, sintió una dicha inmensa, esa noche y las siguientes, no sabía cuantas, podría sentir entrar por la ventana una brisa fresca mientras contemplaba las luces de la ciudad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La ilusión aunque sea en los peores momentos de la vida es una medecina necesaria, yo diría que la que más. Mi oncólogo me dijo la primera vez que me vio que me buscase cualquier cosa que me hiciera feliz y me agarrase a ella, y eso hice me agarré a una ilusión, quizá ficticia, pero que más da, las ilusiones se sienten no se tocan no?

Un abrazo