
Llovió una vez con la fuerza torrencial de una mar en calma. Y llovió otra vez y tres y cuatro. No paró de llover aún cuando se aproximaron primaveras y veranos. Desde entonces las constantes gotas de lluvia resbalan por el cristal de mi ventana y por un instante creo ver tu asomo, como cuando solías buscar el adiós de la tarde.
1 comentario:
Thx for your comment. I agree with what you say.
Publicar un comentario