miércoles, julio 18, 2012

Mi cerebro y yo

Cuando le entregué mi corazón pude haber hecho más por ella. Pude haberle ofrecido algo más preciado como mi cerebro. Sin embargo, me dejé llevar por ese impetuoso oceáno de emociones que se geenran en nombre del amor, en el sitio del corazón. El cerebro lo es todo. Lo demás son solo accesorios para mantenerlo en una zona de confort. En ese vasto conjunto de infinitas conexiones sinápticas que se generan entre neuronas, se da la magia del saber, pero sobre todo, el instante de consciencia que nos hace posible ese gratificante YO. La muerte solo debería darse cuando el cerebro, en sí mismo, tenga sus partes atrofiadas, inservibles. Sin embargo, en una gran cantidad de casos, somos víctimas mortales de enfermedades prematuras o accidentes cuando nuestro cerebro está en perfectas condiciones. El cerebro entonces muere porque sus accesorios fallan en proporcionarle el confort y eso no es justo. Es como si mandáramos a la basura un Ferrari recién chocado, aún cuando su poderoso motor esté en perfectas condiciones. Le apostamos entonces a la ciencia que nos venga a rescatar. Tanto la biotecnología como la nanotecnología arrojan esperanzas de que un día se contará con complejos sistemas sintéticos que reemplacen nuestros accesorios cuando éstos fallan. Así por ejemplo, habrá un sistema digestivo sintético completo que se adaptará a las terminales nerviosas de nuestro sistema neuronal, cuando un cáncer gástrico destruya nuestro interior. El ser humano no merece morir cuando su cerebro está rebozante de salud. (6018-180712)

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