viernes, mayo 29, 2009


No te vi más.
Aunque tus ojitos abiertos de par en par estaban fijos en mí, ya no miraban. Solo permanecía el reflejo de un cielo oscuro y lluvioso que nos cubría.
Y Lara, Lara también parecía mirar pero ya no estaba.
Corrí, desesperado, loco, ilógico, grité y golpeé mi cabeza contra el suelo hasta sangrar, intentando morir, como si con ello las pudiera alcanzar.
¿Cómo he logrado sobrevivir?
Necesito ayuda....lo sé.

Delirio No. 4




Vos sos como un punto luminoso en mi vasto universo, hace tiempo te pensaba como si fueras la luna o una montaña, entonces decidí escalarte, volar y alcanzarte. Aquel día conducía a gran velocidad mientras vos, a mi lado, tenías la mirada perdida en el infinito horizonte que se desplegaba enfrente. Llovía. La extensa planicie, a ambos lados de la carretera me causaba vacíos inciertos. Vos seguías callada, como siempre. Un punto a lo lejos me sumió en la melancolía, era el cruce en medio de kilómetros de carretera en línea recta.

Por fin ... lluvia.


No sé qué fuerza extraña lo permite pero me alcanza. Posarme a la orilla de la cerca y ver el potrero inundado de niebla fresca. De una nube se desprende una gota y en su caída libre colisiona con otra, haciéndose más gota. A veces me provoca frío, pero el frío verdadero lo llevo en el alma.

viernes, mayo 15, 2009

Genial....


World Builder es un corto (10minutos) de Bruce Branit, el director que se hizo célebre en la red por otro cortometraje: 405, del año 2000.
¿Me representa acaso una esperanza?.



Anti Agonía


Cae una hoja seca. Desde una gran altura. Desde las ramas más altas. Una hoja vieja. Desgastada, sin color. Ni siquiera la ve venir. Es el ocaso. Su viaje zigzagueante concluye en una faz pálida que no presta atención al burdo acontecimiento y se posa en un hombro intranquilo. Ni se inmuta. Una tez blanca con ojos pardos y desorbitados incluidos, cuyo sentido se ha desconectado del cerebro por unos instantes. De ahí lo fijos que permanecen tras un manto espumoso de cataratas. Hay prioridad en las ondas auditivas; por lo tanto hay golpes secos de truenos muy distantes. En las montañas. Productos del tempestuoso invierno. Golpes secos que se propagan acurrucados en el alma, comportándose como bombas atómicas reaccionando en cadena, desarticulando partículas. Una tras otra. Y una mirada perdida en la nada. Y los retumbos ávidos de oídos atentos continúan internamente. Intensamente. Insistentemente. Intermitentemente. Hacen daño, laceran los sentidos, similar a la intención del láser aguzando trazos sobre el sólido acero. Diluido sobre una amalgama de imposibilidades. Aunque los golpes acurrucados se hayan apagado. Ya no hay posibilidades, lo sabe. Aunque solo sea una certeza confusa. En un abrir y cerrar de ojos cree considerar todas las variables, resuelve la raíz cuadrada de pi. No alcanza. Es un callejón sin salida. Al intentar retroceder, no está el camino. Solo una pared. Sólida. Impenetrable. No hay adónde ir. Con cerrar los ojos y respirar profundo cree poder reconstruir los castillos de arena destrozados por el intenso oleaje. No resulta. El delirio persiste. Es un universo caótico. En expansión. Cada vez más distante un elemento de otro. Mil años luz. Una ecuación de variables sin constantes. Irresoluta. Otra perla de cristal líquido deslizándose por sus mejillas. Y otra. Muchas más, convertidas en un manantial de agua viva. El mismo escenario cuando lo sorprende la madrugada.

viernes, mayo 08, 2009

Existir


¿Existe lo que, siendo, se desconoce?

¿Por qué no volvés?



Vos, vos me tenés hecho mierda. Vos me provocás emociones inéditas que se desperdigan en mi interior hasta acabar naufragando en un tormentoso océano de lágrimas ocultas que se evaporan cuando imagino que puedo volverte a ver. Se hacen evidentes en momentos como ahora cuando mi alma es sacudida por un atardecer violento.

Vos...vos hacés que mi subconsciente difiera con las sólidas pretensiones de mi conciencia. Por un lado el yo que habita muy dentro naufraga en medio de un turbulento y tempestuoso océano de paz interior, mientras que mi conciencia no te olvida, se aferra desesperadamente a las quimeras que quedaron colgando en mi estupor aquella tarde. Las malditas y presuntuosas esperanzas de almas gemelas quedaron desparramadas en la carretera como si fueran un objeto más colocado en el amplio y llano panorama, expuestas a quedarse sin fundamentos de un momento a otro. Aún me recuerdo allí tirado, recogiéndolas y echándolas en el inmenso vacío que quedaba en mi alma, porque vos eras inusual. Vos seguís siendo inusual.