viernes, abril 14, 2006

!!Hij%$&/·$"&%$...!!


Mi amigo del alma había sufrido un accidente automovilístico, por lo que encontrarme con ese cuadro en el hospital fue impresionante. Al visitarlo estaba conectado a unas mangueras que le proporcionaban las funciones vitales, inlcusive una que le abastecía de oxígeno.

Allí estaba, sobriamente reposado. De no ser por sus ojos abiertos que me seguían hubiera pensado que dormía. Me acerqué sin siquiera saber cómo comportarme ante una situación como esta y al estar junto a él noté que empezó a contorsionarse. A continuación, la expresión en su rostro me hizo pensar que algo andaba mal, pero ¿cómo si apenas recién el médico de turno había dicho que mejoraba asombrosamente?

Cuando de las contorsiones pasó a verdaderas convulsiones me preocupé verdaderamente, ya que una vez más en la vida era partícipe directo de situaciones complicadas. Pensé en correr a buscar una enfermera cuando noté que él me hacía señas como queriendo escribir algo: claro, no puede hablar pero de seguro podrá escribir lo que siente. Busqué en mis bolsillos un bolígrafo y un papel y se lo di. Inmediatamente garabateó algo en el papel, peló los ojos, lanzó un gemido y ... expiró.

En el funeral nos encontramos viejos amigos que hace tiempo no veía y todos coincidimos en la desgracia del difunto y de los buenos momentos que habíamos pasado en el colegio. Luego, poco a poco la gente se fue y me fui quedando solo, como siempre. Y es que por alguna razón siempre que asisto a un funeral (no es frecuente por supuesto) procuro quedarme hasta que ya no haya más personas.

Cuando me disponía a marcharme me llevé las manos a los bolsillos y allí, en la quietud de aquella tarde palpé la nota que él había escrito y que por motivo de las circunstancias yo había olvidado. Por un instante tuve miedo de leerla. Puede ser que en su agonía él haya querido que yo me encargara de su hijo y eso si que yo no podría cumplirlo porque el carajillo ese es un verdadero demonio. ¿Y encargarme de su viuda? Eso sería una penitencia de por vida, ya que nunca entendí cómo él podía soportar una vieja tan miserable.

Mi curiosidad pudo más, saqué el papel y lo leí:

- Hijueputa, quítate de ahí que está majando la manguera del oxígeno.

3 comentarios:

Cristibel dijo...

¡Por poco y te creí!!!

Arlene Griselle dijo...

jajajajaj y yo creyendome el cuento. Ha sido un placer visitar su blog. Le haré un link desde uno de mis blogs "Sorpresas En Mi Baúl"

besos y abrazos

Arlene Griselle dijo...

Disculpa, el link estará en DOS Y ALGUN CAMINO.