lunes, abril 24, 2006

Lara


Creo que no somos de totalmente “buenos” ni totalmente “malos” sino que tenemos de todo un poco. Puede que en un momento dado me moleste el hecho de que me lleguen a pedir limosna ya sea porque en ese momento no estoy para caridades, independientemente de cuánto precepto haya para que yo sea una persona dadivosa. Porque “dar siempre” sencillamente no puede ser, en lo que en términos generales puede concebirse la vida normal de una persona.

Existe ese “momentum” en que se da la perpendicularidad, uno no se prepara para ello, simplemente sucede, uno lo descubre en el rostro derrapado de un anciano abandonado con la mano extendida o en la blancura de lirio de una niña que mendiga en la calle con los ojos llorosos, a sabiendas de que probablemente será más fuerte la voracidad de un instinto animal implacable en su medio que el abrigo protector llegado de no sé dónde. Al darse la situación, uno siente una estocada en el alma y se convence de que ese es el momento preciso para hacer algo, para provocar un cambio.

Lara era una muchacha hiperactiva y abarrotada de sentimientos, sensible como la nieve, así que cuando la vimos en las cercanías de la Plaza de la Cultura sollozando no dudó un instante en abordarla y ofrecerle a la joven venir a comer con nosotros y pasar juntos esa noche de navidad del 2003. Fue como un chispazo, sucedió tan rápido…

Desorientada, un poco sucia y con el pelo revuelto la joven se sintió contenta en medio de su abandono, nos habló de su situación extrema en un país que no era el de ella y de las condiciones tan adversas que la tenían al borde de la desesperación. Lara se encariñó y después de eso la ayudó a conseguir un trabajo sencillo que le devolviera un poco de seguridad y le dio ánimos infinitos con palabras. Lara me hizo ver, sin decir palabras, que no basta con sentirse mal con el mal de otros, que no basta con cerrar los ojos y esconderse en un lamento sino que era preciso un poquito más. Cualquier cosa adicional que genere esperanzas, porque me queda claro que las personas solo nos tenemos a nosotros mismos, gente de la misma especie para tendernos la mano.

Este fin de semana la encontré de nuevo. Estaba muy contenta de verme y hablamos de Lara largo y tendido y de cuánto significó en su vida aquel pequeño detalle.

A veces camino por San José, sin Lara, y pienso que en cualquier instante puede suceder de nuevo, el corazón avisa cuando hay cerca un corazoncito desesperado que realmente necesita ayuda y esa ayuda puede ser simplemente detenerse y sonreírle.

Oh Lara, cuida bien de mi niña!!!

3 comentarios:

MALiZiA dijo...

siempre digo que no hay que pretender arreglar al mundo, sino hacerlo con el que tenemos más cerca y necesita de nuestra ayuda.
muy bella historia, es para quedarse reflexionando...
besos,

Ana dijo...

A veces no nos damos cuenta que cosas pequeñas pueden hacer grandes cambios en el mundo de alguien; creo que sólo es cuestión de hacerlas de corazón!
Saludos

Cristibel dijo...

"No se ve bien sino con el corazón, pues lo esencial es invisible a los ojos"